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¿Qué pueden aprender las comunidades de propiedad horizontal de los muiscas?

Descubre cómo los muiscas aplicaron estrategia y trabajo en equipo para prosperar y qué pueden aprender las comunidades de propiedad horizontal de su legado. 💡🏢

Bogotá, antes de convertirse en la gran metrópolis que conocemos hoy, era un inmenso lago (El Gran Lago de Humboldt) que albergaba tres islas prominentes: el cerro de Suba, el cerro de Majuy en Cota y el cerro de Sopó. Un paisaje dominado por el agua, donde la naturaleza imponía sus reglas. Sin embargo, según la mitología muisca, fue el gran Bochica quien, con su poder divino, abrió el boquerón que hoy conocemos como el Salto del Tequendama, permitiendo que las aguas se retiraran y dejando al descubierto la sabana de Bogotá.

Cambio desde el gran lago vs actualidad - Fuente: DIVULGARK

Lo paradójico es que este mismo lugar que dio paso a la vida en la sabana, también se convirtió en el punto final de aquellos que, en algún momento, decidieron no continuar. Una conexión simbólica entre la vida y la muerte, entre los inicios y los finales.

Salto de Tequendama - Fuente: Propia

La virgen Maria del Salto de Tequendama para consolar a los desconsolados - Fuente Propia

Pero esta no es solo una historia de mitología. Es la historia de un pueblo que entendió los desafíos de su entorno y, en lugar de rendirse ante ellos, encontró maneras de convertirlos en oportunidades. Los muiscas no solo fueron grandes conocedores de la naturaleza, sino también visionarios, urbanistas y verdaderos ingenieros de su tiempo.

Cuando las aguas se retiraron, dejaron a su paso un suelo impermeabilizado, lo que mantenía niveles freáticos altos y una gran presencia de ríos y quebradas. Esto hacía que la tierra fuera fértil, pero también propensa a inundaciones. Un problema que podría haber condenado cualquier civilización, pero que los muiscas transformaron en una ventaja.

Los dos milagros muiscas: camellones y planeación urbana

Frente a la amenaza constante de inundaciones, los muiscas desarrollaron dos estrategias brillantes: los camellones y la planeación urbana.

Los camellones eran un sistema agrícola avanzado que combinaba plataformas elevadas con canales de drenaje. En lugar de luchar contra el agua, los muiscas la aprovecharon, utilizando estas zonas inundables para enriquecer sus cultivos con los nutrientes que las crecidas traían consigo. Gracias a este ingenioso método, lograron alimentar a casi un millón de habitantes en la sabana de Bogotá mucho antes de la llegada de los españoles.

Explicación de camellones - Fuente: Acueducto de Bogotá

Por otro lado, su planeación urbana también era admirable. A diferencia de lo que muchos piensan, los muiscas no se establecían al azar, sino que ubicaban sus asentamientos en zonas estratégicas que no se veían afectadas por las crecidas. Y aquellos que vivían en las áreas inundables sabían que su supervivencia dependía del correcto uso de los camellones. Cuando Gonzalo Jiménez de Quesada llegó a la sabana, quedó asombrado al ver desde el cerro de Suba los grandes espejos de agua y los camellones perfectamente diseñados. No se trataba de un pueblo disperso sin orden, sino de una civilización que había aprendido a convivir con su entorno de manera armoniosa y sostenible.

Un legado que trasciende los siglos

Este conocimiento ancestral permitió a los muiscas prosperar durante más de 3.000 años. Y hoy, al ser descendientes de ese linaje, es importante reflexionar sobre los retos que hemos superado a lo largo de los siglos. No fue la suerte ni el azar lo que permitió a los muiscas domar el río Bogotá. Fue el trabajo en equipo, la transmisión de conocimientos de generación en generación y, sobre todo, la convicción de que con esfuerzo y estrategia es posible lograr grandes cosas.

Sé que los tiempos actuales son difíciles. Que hay miedo, frustración y desconfianza. Y lo vemos reflejado, por ejemplo, en una asamblea de propietarios donde las diferencias pueden parecer irreconciliables. Pero quiero invitarte a recordar que, al igual que los muiscas, cuando trabajamos juntos y con una visión clara, logramos resultados que trascienden el tiempo.

No es una tarea fácil, pero cada esfuerzo que hacemos hoy puede convertirse en una leyenda y un legado para quienes vengan después. La historia nos ha demostrado que aquellos que creen en el cambio, aquellos que construyen en lugar de rendirse, son los que transforman el mundo.

Como dijo el gran Jaime Garzón:

Hay algo que existe en los colombianos: no perdemos la esperanza de hacerlo cada vez mejor.

Jaime Garzon

No pierdas esa esperanza.

Con admiración y deseo de progreso,
Carlos F. de Ingenium Holding

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Un abrazo.

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